Decía sobre esta ermita don Alonso de Góngora y Faxardo, en “Noticias averiguadas por mí, don Alonso de Góngora y faxardo en este año de 1818”: “La de San Sebastián, arruinada totalmente, al presente, sita en la ribera del río Argos, a la parte del norte de esta villa, distante de ella menos de un tiro de bala, que es poco más o menos del cauce o canal que hace el citado río, y se halla en un cabecico mediano. Se ignora su fundación, pero lo cierto es que es de las más antiguas. El Santo se halla en el día colocado en un nicho que se hizo en el hospital de esta villa”. Las ruinas de la ermita de San Sebastián, en Cehegín, son un espacio arquitectónico que representa precisamente uno de los iconos de nuestro municipio, una de las imágenes que todo el mundo tiene en mente sobre el patrimonio histórico-artístico local, aquellas que suelen aparecer habitualmente en fotografía por ese juego tan bonito que ofrece tanto a nivel histórico-artístico como paisajístico. Sin embargo, a lo largo de la historia, esta ermita ha sido mucho más para el ceheginero, uno de los más importantes lugares de culto religioso de la antes villa.La ermita fue construida durante la segunda mitad del siglo XV, no conocemos la fecha con exactitud, es algo más antigua que la de San Esteban (sobre la que se construyó desde su fundación en 1566 el convento franciscano), y con seguridad, después de la de Nuestra Señora de la Peña, la de más antigüedad, contemporánea en sus orígenes con la de San Cristóbal, que ya en el siglo XVI había desaparecido. La gran devoción que se sentía por esta ermita y su titular, san Sebastián, precisamente venía de que éste era protector de la villa contra las enfermedades y epidemias, sobre todo contra la pestilencia, por lo que, en periodos de brotes epidémicos, para rogar que no llegaran al pueblo, era común la realización de rogativas desde la ermita hasta la iglesia de Santa María Magdalena, documentadas en los libros capitulares del Concejo o Ayuntamiento, pues el edificio y su gestión era de patronazgo concejil. Parece ser que desde el siglo XVI era costumbre ayunar de carne la víspera de la fiesta de San Sebastián, y guardar dicha festividad el mismo día del Santo. Al parecer, a mediados del siglo XVII había decaído entre la población esta costumbre local, y el Concejo de Cehegín elabora un acta en que se hace saber al vecindario que es necesario cumplir con esta tradición. “Y todos juntos acordaron que atento de costumbre ynmemorial a esta parte, por boto questa villa dixo en su Ayuntamiento, por la enfermedad de pestelençia que Dios Nuestro Señor fue servido de ynbiar a esta villa, quel día de San Sebastián se guardare y su bíspera no se comiese carne, jeneralmente, en esta villa. Y aunque a fe an fecho y guardado esta costumbre muchos años, pareçe que a çesado esta deboçión y conviene que se guarde y continúe con mucha deboçión y cuidado de que aquí adelante se guarde la dicha fiesta y aya abstinencia de carne en esta villa y no se coma…” Libro de actas capitulares del Concejo de Cehegín. Acta de de 6 de enero de 1638La última reparación que conocemos de la ermita es del año 1778. Ya después llegó su fin durante la Guerra de la Independencia, cuando fue destruida en el año 1812 con el saqueo de Cehegín por los ejércitos franceses del mariscal Soult. Después de aquello, la imagen del Santo, del siglo XV, salvada del saqueo, se guardó en una hornacina en el hospital de caridad y más tarde en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, donde permanece hoy en día. Fuente: Francisco Jesús Hidalgo García